Yo sé que hemos escuchado la historia de esta mujer Samaritana muchas veces, pero hoy quiero compartir algo con ustedes:
6 Y estaba allí el pozo de Jacob. Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó así junto al pozo. Era como la hora sexta.
7 Vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber.
9 La mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque judíos y samaritanos no se tratan entre sí.
10 Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva.
11 La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?
12 ¿Acaso eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual bebieron él, sus hijos y sus ganados?
13 Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed;
14 mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna.
15 La mujer le dijo: Señor, dame esa agua, para que no tenga yo sed, ni venga aquí a sacarla.
16 Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido, y ven acá.
17 Respondió la mujer y dijo: No tengo marido. Jesús le dijo: Bien has dicho: No tengo marido;
18 porque cinco maridos has tenido, y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad.
19 Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta.
20 Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.
21 Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre.
22 Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos.
23 Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren.
24 Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.
25 Le dijo la mujer: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas.
26 Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo.
27 En esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; sin embargo, ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿Qué hablas con ella?
28 Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres:
29 Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo?
Es curioso darse cuenta que a pesar de estar frente a la persona que puede solucionar nuestra vida, preferimos buscar en los placeres y deleites de este mundo una forma de llenar nuestra vida y saciar nuestra sed. ¿Acaso no obtendremos el mismo resultado que le de la mujer samaritana?, Jesús, siendo Dios conocía la necesidad de esta mujer, y al hablarle de sed, no le hablaba de una sed física, sino de una sed espiritual, esa samaritana había estado tratando de llenar su cántaro con relaciones infructuosas, había tenido cinco maridos, y en la actualidad estaba en una nueva relación, tratando de llenar esa sed.
Cuantas veces no hemos querido saciar nuestra sed con lo que este mundo nos ofrece, sean pecados, dinero, sexo o relaciones amorosas, encontrando al final de la jornada un cántaro vacío y un deseo aún mayor de más “agua”, una que nos llene de verdad. En la escritura en Isaías 55:2 encontramos “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia?, oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura”, y gastamos nuestro tiempo y esfuerzo en la búsqueda de aquello que finalmente nos sacie. Por mucho tiempo busque una manera de saciar esa sed, sin darme cuenta que mientras más tomaba del agua putrefacta que me ofrecía el mundo, más quería de esa agua, porque no me saciaba realmente, y la razón la encontramos en Jeremías 2:13 “Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua”, he cavado una cisterna que está rota y que nunca podrá ser llenada.
Sin embargo no tendré que volver a esa cisterna cuando tome del agua viva, de esa agua viva que me ofrece el Señor Jesús. Y este es el punto al que quiero llegar hoy: la mujer samaritana dejó su cántaro y la biblia no relata si regresó por él, o si volvió a buscar agua en ese pozo, sin embargo, me doy cuenta que su necesidad suprema fue saciada, al punto de olvidar sus necesidades físicas. Así que amigo, no sé que estás haciendo, ni en que inviertes tu tiempo, sin embargo si estás leyendo esto es porque Dios quiere decirte que SÓLO ÉL PUEDE SACIAR TODAS TUS NECESIDADES, acércate a su presencia a través de la oración y la lectura de la Biblia y recibirás de esa agua viva que sacia tu ser, y no tendrás que volver a eso que te ata y no te dejar avanzar en Dios.
Se te ama en el Señor y si deseas que ore por ti, no dudes en dejarme tu nombre en los comentarios y yo estaré orando para que Dios se siga revelando a tu vida a través de su Palabra
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